domingo, 10 de febrero de 2008

Una primera aparición



Aura Veil se sienta frente al monocromo paisaje que refleja su ventana.

Tres noches seguidas reformula la idea que vuelca en su mente. 8:45 pm y la lluvia comienza a gemir con su saliva húmeda. Frío estático, nada apasionante, pero esa idea sigue carcomiendo la “cordura”. No puede dejar de pensarla, esta vez la culpable es Elena. Quiere realmente besarla, pero porque no querría besar a Maebah? Tal vez porque no le interesan las chicas ciclotímicas que odian espejos, ni aquellas que usan rayas en cualquier parte de su vestuario…o tal vez: no la conoce. No. Esta vez Veil piensa besar a Elena quien está en el ombligo de la luna cada fin de semana.

Pero Aura Veil no es lesbiana, solo desea sentir en sus labios el cálido rose de su boca y después marcharse, aunque tal vez su cerebro excitado desee treparse a la pared de sus brazos como una araña y succionar su saliva, pero aun sostiene algo de prudencia. Ella lo piensa, prepara su abrigo negro, toma la demacrada bufanda y así, despeinada sin abrochar las agujetas de sus botas se levanta. Sale.
“Allá abajo” ve a la gente, “allá abajo” parece ser un lugar muy vacio, algo inseguro y bastante frío, y esas personas caminan como jugando con el piso.

Son las 8:57, no podría ser mejor, el frío simboliza el blanco y negro que mas apetece a un dibujante con espasmos de grafito; pienso en la mujer que posee mi cuerpo, pienso en la otra mujer…estará esperándome, le llevaré un alcatraz, aunque parezca una señal rara de “romanticismo” hacia una chica. Veil buscó el alcatraz en las florerías hasta que lo encontró y lo compró. A veces es tan caprichosa, esta vez no fue excepción.
Veil deja atrás las florerías y tiendas comerciales, ella no quiere ser un peatón bueno, el frío ha congelado sus piernas y ha decidido cruzar al otro lado por la carretera, con el alcatraz en mano, tres cuadras y la dulce Elena estará ahí. Corre Veil..corre y una chevrolet roja esta a punto de atropellar su conciencia, corre y el autobús oxidado y modelos 2000 plateados casi atraviesan su cuerpo, Veil logra escapar y queda segura a mitad de carretera. Veil observa el semáforo esperando que cambie a rojo y sigue en verde, es un verde permanente que no cambia, esa luz que la hipnotiza y hace que se olvide de su propósito. Se pregunta para que está ahí si en realidad este frío trunca sus deseos. El semáforo no cambia y seguramente a estas horas Elena habrá partido, ya no me esperará.
-Ya será la próxima semana! Regresa sobre sus pasos, tira el alcatraz. Llega a casa.
Pienso en redactar para ella un par de poemas pero suena a “mujer”, eso es muy rosa, son suficientes las mujeres que lo hacen allá afuera, no seré una mas.
Extremadas confidencias se enfrentan con el espejo, empuña con su mano izquierda un lápiz y escribe: Aura Veil se sienta frente al monocromo paisaje que refleja su ventana…
Son las 10:00, ni un sonido más, solo el sonido de 8 patas que se escurren entre el piso. La habitación está igual de vacía que todos los días.